Lo que flota, resiste   Carmen Isasi
En un cuerpo de agua flotan, aquí y allá, plantas solitarias, islas vegetales mínimas suspendidas entre el cielo y lo profundo. Es un gesto de la naturaleza convertido en acto de resistencia, una metáfora que atraviesa la estética contemporánea, la urgencia ecológica y la política de los recursos naturales.
Las plantas abandonadas en el agua nos interpelan. No pertenecen a un ecosistema ordenado ni a una narrativa de crecimiento planificado. Están ahí, erráticas, aisladas, quizás desplazadas por la acción humana o por un cambio en el flujo natural. Las imágenes evocan la tensión de aquello que se resiste a encajar, que sobrevive sin pertenencia. En ese sentido, estas plantas se convierten en una metáfora visual de la resiliencia silenciosa.
En los grabados botánicos de los siglos XVII y XVIII, la planta aparece sola, recortada del mundo, suspendida sobre la página blanca como si flotara, objeto de un sistema de clasificación y representación que pretendía reducir y domesticar la diversidad del mundo.
Hoy, el arte vuelve a observar a las plantas, pero desde otro lugar. En lugar de arrancarlas del entorno para fijarlas, las muestra flotando, errantes, solas sobre el agua. No hay afán de catalogación, sino una conciencia de pérdida. 
Las plantas que protagonizan estos fotograbados no se arraigan, flotan. Son figuras de resistencia en un oscuro mundo líquido.
Carmen Isasi